sábado, 18 de febrero de 2017

Lectura: El Símbolo



Material del profesor Alejandro Useche:

EL SÍMBOLO


Cuando la literatura se comporta de forma simbólica ofrece una visión del mundo dominada principalmente por lo que llamaremos “principio de vida”. Este principio implica que la voz enunciadora (narrador) asume que todas las cosas que lo rodean  están intensamente vivas y que poseen una “inteligencia” además de un “modo de ser” específicos. De esta manera cuando un relato trabaja a través del símbolo, no hay nada muerto o inerte en ese pequeño cosmos del relato y tampoco existen objetos sino seres. De este modo, el universo está rodeado de seres que interpelan, conversan e influyen en el individuo de forma significativa. 

Por otro lado, es necesario ver que este principio implica una “vivencia” y no un razonamiento; una convivencia con “los otros” y no un análisis intelectual de la realidad. El enunciador no se pregunta el significado de cada cosa sino que la vive.


Para continuar, un segundo principio que es igualmente importante acerca del símbolo habla sobre la espontaneidad del símbolo pues no se crea artificialmente no bajo la voluntad consciente. J.J. Beljon advierte que “el problema con los símbolos es que difícilmente pueden ser creados a voluntad.  Y al igual que no somos dueños de nuestros sueños, no somos dueños de nuestros símbolos”. Y es precisamente ese carácter involuntario una de las razones que convierten al símbolo en una vivencia liberadora y que garantizan su autenticidad. 


Para lograr una experiencia simbólica es precisa la abolición de la división entre el sujeto y el objeto. En ese estado no existe un “Yo” distinto a un “Tú”. El sujeto se hace objeto y éste a su vez un sujeto. ¿Quién es el sujeto en la relación Frodo/Anillo? Ambos los son porque son seres en diálogo constante y doloroso. 

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